Oh por dios, amo este fic
El café tenía una pinta bohemia clásica, se encontraba ridículamente cerca de su casa y el capuccino irlandés era una maravilla que sobrepasaba los estándares humanos (al menos los de ella) en cuanto a sabor se refería.
Por eso (y no por nada más) este lugar se había vuelto el santuario predilecto de Hermione Granger.
Y un santuario (como la gente supone y el mismo diccionario define) es un lugar de descanso, paz y meditación.
-Hola, preciosa-
Sin levantar la mirada del pesado libro frente a ella, Hermione Granger reconoció al individuo sin tener que verlo.
Esa voz, siseante, engreída, cargada de narcisismo y pretensión no podía ser de otro más que de…
-Malfoy- susurró molesta.
Sin esperar señal alguna (o invitación) Draco Malfoy tomó la silla enfrente del asiento de la castaña y se sentó.
Hermione no levantó la mirada. Decidió que si lo ignoraba, el rubio tal vez desaparecería (la magia si existía después de todo)
Mientras intentaba leer, dicho sujeto levantó la mano e hizo su pedido a la mesera.
-Y Granger- comenzó a hablar mientras ella seguía enfrascada en el libro -¿Hay alguna enfermedad en tu familia de la que debiera yo preocuparme?-
Le tomó un segundo a la castaña asimilar la oración del rubio y de inmediato despegó la mirada del libro y la clavó en él -¿Disculpa?-
-Tu familia- recalcó, mientras le entregaban una humeante taza de café -¿Tienen los Granger alguna enfermedad hereditaria de la que debiera yo preocuparme?-
Hermione frunció el ceño e hizo el libro a un lado –Malfoy, ¿te sientes bien?-
-Ya sabes, de las graves- continúo como si nada –Como diabetes o padecimientos cardiacos-
La castaña inclinó la cabeza a un lado –Pues mi abuela tenía hipertensión…- contestó confundida (por él y por ella, ¿qué tenía que andarle contestando al hurón?)
Draco Malfoy asintió, llevando la taza humeante a sus labios y dándole un sorbo –Y de enfermedades mentales, ¿nada?-
Hermione bufó impaciente –Malfoy, ¿es este algún nuevo jueguito tuyo de ‘molestemos a Granger’ hasta dejarla loca?-
El rubio sonrió –No- le contestó, agrandando la mueca –Pero si también está haciendo eso, pues bienvenido sea…-
-¡Malfoy!- gritó exasperada, atrayendo la mirada de varios otros clientes y unas cuantas meseras -¿Qué demonios quieres?-
Draco Malfoy tranquilamente regresó a su taza y le dio otros dos sorbos, mientras Hermione lo miraba entre incrédula y asesina.
-¿Y qué edad tienes?- le preguntó serio.
Ella prácticamente escupió el café que traía en la boca –Merlín que esto no está pasando…- tomó una servilleta y se limpió el mentón –Fuimos juntos a la escuela- siseó acalorada –La misma que tú, Malfoy-
Él sonrió –Te ves tan linda cuando escupes el café por las mañanas- le dijo mientras le guiñaba un ojo.
-Malfoy tu…-
-¿Y para cuando crees tú que te salgan arrugas?-
-¡¿Disculpa?!-...